De pequeña me contaban cuentos. Mi abuela y mi abuelo, Toledanos
los dos, contaban cuentos populares de Castilla. Incluso mi abuela cuando entró
en la enfermedad del olvido solo recordaba refranes y cuentos. Mi padre era de Burgos, maestro de primaria, Teósofo
y Astrólogo y sus cuentos eran más bien espirituales, sobre todo orientales.
Y mi madre, que ha sido “Curandera”, contaba cuentecillos y
refranes populares y orientales.
La realidad de mi historia es que los cuentos son casi lo único
que puedo contar de mi infancia, lo demás, casi que es mejor no
contarlo. Mi realidad también es, que a través del lenguaje del cuento he
recibido la base de las herramientas para mi vida y que ese lenguaje siempre me
ha parecido comprensible.
A veces me pregunto que es más VERDAD, la vida, o los cuentos.
Porque a los cuentos no puede faltarles verdad y muchas veces se vive una vida llena
mentiras. Es como el sueño o la realidad. Y sinceramente el cuento tiene mucho
del lenguaje simbólico de los sueños.
Casi todos los cuentos que me contaban de pequeña los fui olvidando. Después los he ido encontrando poco a poco en los
cuentos que leía y los he vuelto a recuperar. Con estos cuentos rescatados, he
trabajado mi repertorio.
Escuchar cuentos es un alimento narrativo que me da vida, me
conecta a través de la palabra, un alimento que tiene mucho de espiritual.
En mi caso, no es que pueda comprender todo lo que escucho, me
tiene que gustar el narrador, o su forma de contar, lo que transmite, algo que
me resuene, porque si no, no entiendo nada. Es más, me vuelvo sorda. Se me
cierran los oídos como si fuera la boca del estómago.
Me he dado cuenta de que cuento cuentos porque
es un alimento imprescindible para dar sentido a la vida, primero a la mía y
después para ofrecer ese sentido de la vida en forma de cuento. Me fascina esa
impregnación de la historia con tu propia esencia, el proceso alquímico de transformación desde que te llega un
cuento hasta que se hace parte de ti y lo transmites.
Para mí no ha sido fácil crear un repertorio, es como cuando uno
nace, como mucho tendrás unos padres o alguien guía en tu vida, que de alguna
forma también experimenta contigo. Pero por más guías o consejos que te den, vamos
experimentando solos según nuestras circunstancias.
Y esto es lo que también me fascina de los cuentos, sobre todo los
tradicionales, que llevan la semilla de la humanidad en su ADN, como la
similitud que tienen con la vida, con lo superficial, lo material, con lo
cotidiano, los valores, las emociones, y la espiritualidad. Cuando cuentas una
historia cuentas a tus antepasados en ella, cuantas la humanidad a través de ti
mismo y en soledad. La similitud de la soledad del narrador ante las historias
es como la soledad del individuo ante su camino de vida, llevamos todo dentro
de nosotros y vamos aprendiendo a descifrar ese conocimiento interior.
Con el repertorio es igual, por más que te digan tienes que
experimentarlo solo.
A mí me ha costado mucho tiempo tomar las riendas de mi
repertorio.
A veces he sido un caballo desbocado corriendo detrás de mis
cuentos, ha sido un proceso muy caótico, de ensayo y error, crisis, éxitos y
fracasos.
He pasado y paso por muchos procesos de construcción y
deconstrucción. Ahora, me atrevo a decir que llevo yo más las riendas de mi
caos, porque se aprende de todo, hasta del caos.
Por otro lado, hay que adaptarse a tus propias herramientas. En mi
caso, no tengo mucha memoria, ni soy una narradora natural, ni si quiera me
gusta mucho hablar en público. He ido construyendo a mi narradora poco a poco,
con mis propios recursos. Me he apoyado más en la parte escénica actoral, en mi
voz y en la musicalidad, la poesía y el ritmo. Me gusta mucho el trabajo de
mesa, y el escribir los cuentos tal y como los voy contando, aunque tenga que
reescribirlos muchas veces porque los voy cambiando hasta que se van
estabilizando un poco. He observado a otros narradores, he asistido a cursos, y
esto es motivador siempre que no te compares, ni intentes imitar a nadie. Me
parece importante apreciar los valores de los demás, pero sabiendo que ese no
eres tú para luego centrarte en tu proceso, en tu paso a paso, porque el
objetivo final realmente no es el importante. Lo importante es el proceso.
También he querido dejar muchas veces la narración, y lo mejor que
he hecho alguna vez es PARAR. Parar de
contar y olvidarlo todo, para después volver a empezar de nuevo y darme cuenta
de que no empezaba de cero, ni tampoco empezaba desde el punto en el que lo
dejé, empezaba siempre en otro ángulo que me aportaba cosas distintas.
Al mismo tiempo, he ido esquivando obstáculos sobre si esto es
narración oral o esto no, y me he dejado libertad para crear espectáculos a mi forma. Hay que
experimentar, salirte de lo establecido si es necesario para ti, y así, tu
esencia natural en todas sus personalidades va aflorando porque de todas ellas
vas recogiendo algo por el camino.
Contar cuentos para todos los públicos es muy interesante para dar
flexibilidad a tu narrador interno. En mi caso, cuento cuentos desde a bebes
hasta adultos, y hoy por hoy, también me gusta contar con música en directo porque
se generan otros procesos paralelos a la hora de crear un repertorio. Y cuando
cuento esos mismos cuentos sin músicos, tienen un aire rítmico en su interior, que
me han ayudado a conocer otra parte de mi narradora interna.
El proceso de creación de un repertorio es
personal, tu relación con los cuentos y contigo mismo es una evolución. Es
complejo saber que parte de uno mismo elige el cuento, y es interesante ver
como esos cuentos aparecen y desaparecen de tu repertorio, se van alimentando
de ti y de ser compartidos. Se convierten a veces en cuentos “maestros”.
En mi camino a ser narradora, he preferido
siempre dejarme llevar por la intuición y arriesgarme. A veces por las prisas
de cumplir un encargo o un trabajo y por falta de tiempo. Luego me he dado
cuenta de que la intuición tiene mucho sentido hasta cuando parece que no lo
tiene y cuando he conseguido parar también he descubierto que, si a la
intuición le dejas espacio y tiempo y le das concentración, puedes obtener muy
buena conexión con ella. Pero en general, me he equivocado mucho, diría que le
debo mis aciertos a todos mis errores.
Dedico un artículo entero a la creación de
repertorio, porque es una micro ponencia que hice para la Escuela de verano de
AEDA. (Asociación de profesionales de Narración Oral en España) y esto, me
ayudó también a realizar un autoanálisis de mi proceso y una autocrítica.
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